En primer lugar quiero agradecer a mi madre que me dio la
idea. Es mi primera novela, escrita en 1993: la vida de un lisiado que se
enamora de una mujer que parece amarlo. No lo sabe.
Como la historia me atrapa demasiado, y ante nuestra propia
guerra que me llegó muy hondo porque fue en una época de miedos compartidos,
decidí que el Emilio Torres del primer momento, el muchacho de la idea de mi
madre, se convirtiera en un soldado de la Guerra de Malvinas.
Y así fui armando la novela con pasajes reales y
testimonios de soldados que fueron al campo de batalla, y con la lucha
cotidiana de un hombre que, pese a estar herido por fuera y por dentro,
necesitaba de los otros para sobrevivir.
Agradezco a mis amigas que me aportaban ideas para el título
que, en un principio, se llamó “El autómata”, igual que el cuento que había
leído mi madre. Luego lo cambié por “Puerto soledad” porque es un
establecimiento portuario en noroeste de la Isla Soledad, una de las islas
Malvinas.
Me parecía oportuno
ese doble mensaje. La soledad como un sentimiento de vacío frente al silencio y
a la falta de caminos.
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