Un libro es un sueño que usted tiene en sus manos. (Neil Gaiman)

 



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**"Buenas y Santas"
**Dos de "La nodriza esclava" (uno en tapa blanda)
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En Argentina a través de Mercado Libre:
**"La última mujer" y "El silencioso grito de Manuela"
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No son muchos, apenas algo, pero me conformo. Lo que yo amo es escribir, y que los puedan adquirir aunque sea de remotos países, es una felicidad enorme.

El silencioso grito de Manuela gratis para leer en línea

 


"El silencioso grito de Manuela",
se puede leer online entero en la página de AUTOES EDITORES.

Enlace⇓⇓⇓⇓⇓⇓⇓


BARBASTRO, ESPAÑA
-1960-

MIEDO A SUFRIR Y A CRECER...
MIEDO A LA LIBERTAD.

Manuela, la protagonista, una mujer que no pudo crecer a pesar de haber formado una familia.

¿Por qué será que las verdades más elementales resultan las más difíciles de comprender?
¿El exceso de razón debilita...?

Ella tenía la sensación de que su cuerpo era 
completamente vacío y que de él emanaba un aire helado como el que sale de las grutas. Los miedos la declaraban incapaz de entendimiento y voluntad. Por ese camino llevó a sus hijas. ¿La capacidad de dar vida te transforma en omnipotente?
El amor adulto es sereno y acompaña a cambiar las cosas equivocadas por las justas. Manuela acumulaba cenizas y guardaba todos sus miedos para después cuando la conciencia la viera deshojando sus furias.

Las hijas se fueron en busca del amor con la orfandad dibujando brújulas y barriletes: solas, olvidadas... prófugas.

La última mujer. 192-Un naufragio. El baúl de perlas.

 


El automóvil se detuvo frente a la mansión. El vacío era como el cielo con sus begonias y jilgueros, tan manso, tan mudo. Violet se asomó por una ventana con curiosidad; Joseph los miraba desde la huerta con un canasto de limones.
‒Papá‒susurró Rebeca mientras sostenía a Amelie que miraba con los ojos del tamaño de la esperanza‒. ¡Amor!‒le dijo y la besó en la mejilla con un apretado abrazo de mamá consoladora.
‒Hija, adelante. No temas que acá estoy yo para sostenerte.
‒Sí, tío, pero usted no sabe nada de mí. No le he contado…
‒Ya lo harás, ten confianza.
La mirada devota de Violet mostraba su resurrección y se amparaba en el miedo a lo desconocido: interrogaba, pedía y santificaba. Era generosa y agradecida.
‒¡Rebeca! ‒gritó y arrojó su delantal al piso. Corrió por ese caminito de losas con el pudor de los patios en sus mejillas, oliendo a naranjas y a cera‒. ¿Y esa preciosa niña?
‒Ya, amiga, abrázame fuerte. Te quiero.
‒Yo también‒respondió Violet con alegría e inquietud.

-----------Infinitas gracias a los lectores de Argentina por comprar mi libro a través de La Editorial.

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