Ella esperaba el último tren.
Sabía que tenía que recorrer las calles, con hambre, con frío, porque no le quedaba otra alternativa.
Un hombre la abandonó cuando se sentía dueña de un destino.
"El perdón no se pide con palabras"
Clara esperaba ese gesto que no llegaba, la caricia tardía, un mañana, pero en la oscuridad había quedado sepultada. Debía pensar. Buscar otro sendero más luminoso y dejar que el amor hiciera su tarea.
Su amor era más intenso que los años perdidos, que las mil páginas de su madurez, que la risa de los que la habían humillado...
Fiel a sí misma se deslizó detrás de una sombra y allí puso su trampa.
Los gatos del campanario.
No te duermas...
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