Los gatos del campanario




Salvador quiere despedirse... 

¡No! Lo piensa mejor, se irá por el camino viejo a recoger besos en la descolorida tapia de algún sepulcro angelado. Es parte de la promesa. El aire se torna inerte porque conoce de memoria su sombra interior, el abismo de sus días, la lluvia de sal que cae sobre su cabeza como cortesía de quien no tiene armas para ayudarlo...

La novia escribe una carta con letras temblorosas que alguien leerá cuando llegue el día del juicio final.

Los gatos del campanario
No te duermas...

 El paraíso jamás será paraíso a no ser que mis gatos estén ahí esperándome. (Epitafio)